Mario


¡Mario!
¡Eres tan pequeño!
tu mirada ya me observa,
conociendo,
tus manitas ya me cogen,
abrazando.

¡Eres tan pequeño!
llegaste sorprendiendo,
mostrándonos la grandeza
de venir desconociendo,
de pureza despierta
aún sin descubrir.

Y nos sigues envolviendo
llenando un vacío esperado,
cubriendo la inmensa alegría,
la belleza de tu existencia,
la claridad de tu grandeza.

¡Eres tan pequeño!
Querer quisiera que fueras,
siempre puro,
por siempre bello,
por siempre tú... Mario.

(A mi amado sobrino Mario. 24.01.1990)